domingo, 24 de noviembre de 2013


La derrota de la Derecha en Chile

Pablo Monje-Reyes

Durante los últimos días hemos sido testigos de la peor crisis de la derecha política. Están perdiendo el poder. Acusaciones cruzadas entre los partidos UDI y RN, señalando  quienes son los responsables de este fracaso político.  Un Presidente de la República que no les ayuda en nada. Es más, que profundiza la crisis con sus desaciertos comunicacionales. Una candidata que, según las encuestas que miden la intención de voto, simplemente tiene más rechazo que apoyo ciudadano.  Como si todo esto fuera poco, los sectores económicos conservadores no ayudan con sus declaraciones. Basta recordar las palabras de un mega-empresario diciendo que “este gobierno nos debe bendecir más que criticar, porque somos los que generamos crecimiento”.

En este contexto, la derecha chilena está herida. Su gobierno y proyecto político está siendo rechazado abiertamente por la gran mayoría de los y las chilenas. ¿Por qué es rechazado? La primera razón fundamental es que su gobierno ha sido de muy mala calidad. Obstinados en la idea de hacer eficiente al Estado, como si este fuese una tienda de retail, tomaron medidas que perjudicaron a hombres y mujeres humildes del país. Creyeron que hacer eficiencia con los recursos públicos se conseguía quitándole beneficios a los pobres de este país. Este hecho colocó en el centro de la conciencia de las personas, que este no era un gobierno que los defendiera y los protegiera. El gobierno fue incapaz de conectarse con la sensibilidad social necesaria para gobernar. Simplemente, no conocen la pobreza actual del Chile postergado.

La segunda razón es la prepotencia política del Presidente de la República, desde el inicio de su gobierno. Gobernaremos con los y las “mejores”, será un gobierno 24/7, repetía hasta el cansancio. Con estos slogans iniciaron una persecución política al interior de la administración pública. Despidieron a profesionales y funcionarios, declarándolos una “grasa” para el Estado. Instalaron nuevos profesionales, que con suerte sabían llegar a Morandé con Moneda, y que al pasar pocos meses manifestaban que sus sueldos eran “reguleques”.  La vocación pública, en la mayoría de ellos, pasaba por dar aportes de caridad a las fundaciones de los “legionarios de cristo” o del “opus dei”. Esto trajo consigo que las decisiones tomadas por estos “nuevos gerentes públicos” hayan sido erradas. Casos abundan: cambio de ficha CAS; cambios en la política de subsidios; y violencia laboral con los funcionarios de carrera en los servicios públicos. En síntesis, arrogancia que era válida desde el Presidente de la República, de arriba hacia abajo.

La tercera razón, vinculada a la anterior pero de una perspectiva distinta, es el tratamiento del gobierno de los conflictos sociales y políticos. La movilización social de los estudiantes, ambientalistas, la CUT y los trabajadores, los movimientos de regiones entre otros, no dejaron indiferente a nadie a nivel nacional e internacional. El Gobierno respondió con el uso de la fuerza, la represión. Fue incapaz de lograr salidas a estas movilizaciones. Su única perspectiva era la derrota de la movilización, ya fuera por represión o por desgaste. Esto sigue hasta el día de hoy con las movilizaciones de los estudiantes, de los funcionarios del Registro Civil, de los trabajadores municipales y todos los trabajadores del sector público. Por tanto, incapacidad de gobernar finalmente.

La cuarta razón articulada con la anterior, es la deslegitimación del sistema económico social dominante en Chile actual. En estos últimos cuatro años, el modelo neoliberal ha estado muy cuestionado. Intelectuales titulan el fin del modelo, y otros escriben propuestas de modelos alternativos. Las personas entienden, por sus resultados, que no es un modelo de sociedad que los beneficia. Por el contrario, es un modelo que los abusa y los explota. Que han perdido sus derechos. Las movilizaciones estudiantiles fueron capaces de poner en el debate y en la conciencia de las personas comunes y corrientes, la necesidad de luchar por derechos, como es el derecho a la educación gratuita y de calidad. Tema que hoy todas las propuestas políticas abordan, y que sólo la derecha niega.

En términos globales, la derecha sale del poder por su incapacidad de hacer una lectura de la realidad social y política del país. No tuvo una mirada estratégica. Sólo entregó soberbia de clase y autocomplacencia, que se expresa claramente en la candidatura presidencial de su abanderada.

Por último, queda una pregunta, ¿será posible derrotar no solo en las urnas a la derecha, sino también en el campo simbólico – político? La derecha política en Chile puede desaparecer en el mediano plazo. Todo depende de los que hoy son oposición y desde marzo de 2014 serán gobierno. Si son capaces de hacer las transformaciones que la sociedad chilena necesita para una nueva democracia, profunda y realizadora de los anhelos del pueblo de Chile. Si esto se logra, el proyecto político de la derecha puede extinguirse.

Cullipeumo, primavera 2013.-
 
Columna Publicada en Periódico electrónico El Dinamo  el 22/11/2013.-

martes, 5 de noviembre de 2013


Giro país: las proyecciones de los resultados de la Encuesta CEP.

 Pablo Monje-Reyes


La semana pasada el Centro de Estudios Públicos, ligado a la derecha económica de nuestro país, entregó su último estudio de opinión pública, conocido como “Encuesta CEP”, que realiza desde la década de 1980. La Alianza por Chile, coalición de derecha, desacreditó este estudio, como respuesta a los magros resultados de su candidata. En efecto, la encuesta es negativa para la derecha en términos de pronóstico electoral, pues la candidata obtiene sólo un 17% de la intención de voto y sobre un 60% de rechazo. Sin embargo, los magros resultados para la derecha no son sólo respecto de su candidata. Las ideas que la derecha históricamente ha defendido, y defiende en la actualidad, concitan un bajo apoyo ciudadano.

¿Cuáles son las ideas que concitan el apoyo ciudadano? La Encuesta CEP entrega importantes datos sobre temas que muestran un giro hacia una agenda política de calado progresista. Se consideran los siguientes temas: valóricos, propiedad de los recursos naturales, cambios institucionales en nuestro sistema político, y reivindicaciones económico-sociales.

En cuanto a los temas valóricos, surge con fuerza despenalizar el aborto terapéutico y en caso de violación, ambos con 63% de acuerdo entre los consultados. Al observar su distribución por edad, en los entrevistados de 18 a 54 años el acuerdo es de un 67%, mientras que en los de 55 y más años el acuerdo baja a un 53%. En términos de niveles socioeconómicos, el nivel alto es que le asigna mayor apoyo, sobre el 69% en ambas preguntas, el nivel socioeconómico bajo muestra un apoyo de 59%. Más relevante aún es que, en los sectores que se identifican con la derecha y la centro derecha, el apoyo a la despenalización del aborto terapéutico supera 58%, y en el caso de violación bordea 65%. Claramente, la sociedad chilena tiene una percepción mayoritaria a despenalizar el aborto, compartida por todos los niveles socioeconómicos y las tendencias políticas, lo que la hace políticamente viable para todos los sectores políticos. Este será un gran tema de debate en el próximo gobierno y legislatura del país, debate para el cual la encuesta CEP entrega argumentos relevantes para la discusión. El problema será para los parlamentarios que se niegan a legislar atendiendo a sus convicciones personales, en su mayoría legisladores de la UDI, parte de RN y una parte de la DC.

En cuanto a la propiedad de los recursos naturales, la Encuesta CEP consultó el acuerdo con nacionalizar el Cobre. Los resultados son avasalladores: el 83% de los encuestados dijo estar de acuerdo con la idea. Nuevamente, el acuerdo es ampliamente mayoritario en todos los grupos de edad, 77% o más en todos los tramos etarios. De la misma forma, en todos los niveles socioeconómicos la nacionalización del cobre tiene un apoyo por sobre el 80%. Según identificación política, la derecha tiene 77% de apoyo, la izquierda 88% y los sectores independientes 81% de apoyo. Estos resultados muestran que claramente hay un giro país. La sociedad chilena tiene claro que los beneficios de la explotación del cobre deben ser para los chilenos, y no para el capital internacional. Enfrentar este debate será clave para la modernización económica productiva del país, entendiendo que la sensibilidad social se orienta a que la explotación del cobre pase a manos del Estado, para que la gestione en beneficio de las grandes mayorías nacionales. Con esto, se está rompiendo el tabú instalado por los sectores de la derecha (en términos amplios), que sostiene que el Estado no debe entrometerse en la producción y explotación de las riquezas naturales de nuestro larga faja de tierra. La empresa minera Estatal CODELCO deberá tener un rol importante en este debate, tanto sus trabajadores como sus cuerpos directivos, entregando garantías de producción y eficiencia que la sociedad chilena requiere, para hacer viable la nacionalización del cobre.

En cuanto a los cambios institucionales en el sistema político, aparecen tres temas con un alto apoyo: descentralización del país, con 73% apoyo; reforma tributaria, con 67% de apoyo, y reforma al sistema electoral binominal, apoyada por el 51%. Estos tres temas condicionarán las reformas del próximo periodo presidencial. De hecho, han estado presentes en los debates públicos de los candidatos presidenciales, en los que se han expresado diferencias sustantivas entre la candidata de la derecha y el resto de los ocho candidatos. Sin embargo, quien aborda estas demandas ciudadanas con mayor claridad, y tiene la viabilidad política para implementarlas, es la propuesta programática de la Nueva Mayoría, que levanta los tres temas con un objetivo central: más y mejor democracia para todo Chile. En el mismo sentido, la propuesta aborda con claridad el camino hacia una nueva Constitución para el país. En esto hay que tener en cuenta que el apoyo a la idea de una Asamblea Constituyente en la encuesta fue de un 45%. Esto significa que se debe trabajar más por esta idea, en todos los sectores socio-económicos y socio-políticos del país. Este es un desafío importante para los sectores progresistas del país.  

Por último, en cuanto a las reivindicaciones económico - sociales, la encuesta nos muestra que la sociedad chilena requiere una mayor protección de los ciudadanos en su fase de consumidores, con 86% de apoyo. También, reducir las brechas de ingresos, con 85%, y priorizar la educación universitaria gratuita, con 74% de apoyo. Tenemos aquí tres temas de fondo, que cuestionan a la actual hegemonía neoliberal. Primero, la gente exige respeto por parte de las grandes empresas de servicios. Abundan los ejemplos de abusos en la última década. Por mencionar un par, el Caso La Polar y el Caso Jumbo, que tenían cobros administrativos y de intereses, abusivos en sus tarjetas. Segundo, la gente ya no soporta la injusta distribución de la riqueza en Chile. Además, el reconocimiento del abuso de los trabajadores y trabajadoras, por parte de los empleadores de los grandes grupos económicos. Por último, la sociedad chilena está de acuerdo con que el Estado garantice la educación universitaria gratuita, que es la forma más efectiva de las formas de acortar la brecha entre ricos y pobres (“enseñando a pescar”). De hecho, gran parte de los países desarrollados y vecinos de la región latinoamericana, se definen mayoritariamente por la educación universitaria estatal gratuita.     

El Chile actual está girando hacia cambios de corte progresista. Es evidente que los desafíos del próximo gobierno serán abordar estos temas país. Claramente, la misma encuesta muestra quien tiene hoy la legitimidad político – social para abordar estos desafíos es Michelle Bachelet, la candidata de la Nueva Mayoría. Bachelet lidera la intención de voto de los ciudadanos y ciudadanas según la encuesta, con sobre un 47%: cuando se consulta sobre quien cree que va ser el próximo Presidente de Chile un 78% cree que la candidata de la Nueva Mayoría será la próxima Presidenta de Chile.

La Nueva Mayoría tiene un gran desafío: recoger estos temas y darle cuerpo. Ya ha avanzado con su propuesta programática, pero la sociedad Chilena indica un derrotero que no se puede dejar de observar y tener presente. En estos últimos años estos temas han estado en las agendas de los movimientos sociales y sus movilizaciones. Es clave avanzar en una nueva democracia y dar al pueblo de Chile la satisfacción que su voz y su participación han sido claves en generación de conciencia de cambios fundamentales en muchos aspectos de nuestra sociedad. Cerrarse a ello sería un error estratégico para las fuerzas políticas de centro izquierda que constituyen la Nueva Mayoría. Podría terminar en la desconfianza pueblo y en su fragmentación, dejando el camino despejado para la derecha populista.


Cullipeumo, Primavera del 2013.-

Publicado en el Periódico Electrónico Reporte.cl el 04/11/13.-

domingo, 22 de septiembre de 2013


Las razones de la izquierda para no pedir perdón.
 
Pablo Monje-Reyes

Quizás algunas de las preguntas más importantes que la sociología política en América Latina en los últimos 40 años ha intentado responder son ¿Cuáles fueron las razones de economía política del golpe de Estado que derrocó al  gobierno de Salvador Allende? ¿Qué responsabilidad tuvieron Allende y los partidos de la Unidad Popular?

Muchos se han inclinado por la intervención de Estados Unidos, por medio de la CIA. Hay bastante evidencia sobre esas acciones. Otros se han inclinado por la falta de consolidar una mayoría político–social para lograr los cambios. Más aún, otros han enfatizado la impericia de la izquierda  para lograr una coalición mayoritaria por los cambios, y su caída en discursos infantilistas, que preconizaban la revolución como única vía.

Las tres versiones, en general, tienen asidero y pueden explicar en conjunto los factores que desencadenaron el golpe militar. No obstante, pienso que un rol central tuvo el proyecto político de la Unidad Popular, encabezado por el Dr. Salvador Allende, que apuntó a las contradicciones principales de la sociedad Chilena de la época, y que fue inaceptable para la derecha conservadora. Son razones político-ideológicas y económicas claves, que justifican la conducta de la derecha golpista, su apoyo irrestricto a los 17 años de la dictadura, y su intento fracasado de perpetuarla por 8 años más.

La Unidad Popular logró detectar políticamente y plasmar en su programa las contradicciones principales de la sociedad chilena, proponiendo un proyecto para su democratización y modernización.

Su proyecto fue declaradamente antiimperialista, que se ratificó con la nacionalización del cobre y que se enfrentó a las empresas mineras norteamericanas, y de paso al gobierno de Estados Unidos,  que decidió a temprana hora boicotear al gobierno de la Unidad Popular.

Un proyecto que culturalmente se enfrentó a la corrupción pública de carácter burguesa. Las seis primeras medidas del Gobierno Popular fueron: supresión de los sueldos fabulosos de la administración pública; fin a los asesores de gobierno que no fueran funcionarios públicos; honestidad administrativa de los funcionarios de gobierno; no más viajes fastuosos al extranjero; no más autos fiscales en diversiones; y el fisco no fabricará nuevos ricos, mediante el enriquecimiento ilícito de los funcionarios de gobierno.

De la misma manera, el proyecto de gobierno del Dr. Allende apuntó a las principales contradicciones sociales y políticas de la época, afirmando que, “terminaremos con las jubilaciones millonarias, sean parlamentarias o de cualquier sector público, o privado, y utilizaremos esos recursos en mejorar las pensiones más bajas”; e “incorporaremos al sistema previsional a los pequeños y medianos comerciantes, industriales y agricultores, trabajadores independientes, artesanos, pescadores, pequeños mineros, pirquineros y dueñas de casa”. Temas que hasta el día de hoy no se resuelven.

El programa de la Unidad Popular  puso en el centro la justicia social desde la infancia: “daremos matrícula completamente gratuita, libros, cuadernos y útiles escolares sin costo, para todos los niños de la enseñanza básica” y “aseguraremos medio litro de leche diaria como ración a todos los niños de Chile”.

El proyecto de transformaciones políticas del Dr. Allende era concreto y con medidas viables, como las que se han mencionado. Apuntaban al eje central del poder que la burguesía chilena ha tenido desde el inicio de la República. Muchas de esas medidas, 40 años después, retoman notable vigencia.

El proyecto encabezado por la derecha golpista, con el apoyo de los militares durante los 17 años de dictadura, buscó terminar con los avances sociales logrados por los gobiernos democráticos y modernizadores del siglo XX. De hecho, las reformas impuestas a sangre y fuego terminaron con las conquistas del pueblo. Una muestra es el plan laboral de José Piñera, que terminó con los derechos fundamentales de los trabajadores y trabajadoras. También, se privatizó los servicios básicos de agua, luz y aseo. Se privatizó la educación y la salud en todos sus niveles. Se reconstruyó la inversión privada en la minería. Se demonizó a todos quienes pensamos que el Estado debe jugar un rol activo en la sociedad y en las políticas económicas de redistribución de la riqueza. Todo esto, sobre la base de la violación sistemática de los derechos humanos dirigida por Pinochet, que murió sin ser condenado por sus crímenes ni por su fortuna familiar, generada mediante el robo al Estado chileno.

Está claro: el proyecto político del gobierno de Salvador Allende amenazó los privilegios históricos de la derecha, que respondió promoviendo e impulsando el Golpe de Estado. Por esta razón, aceptar que quienes apoyaron el Gobierno de Salvador Allende crearon las condiciones para el golpe, como se argumenta por estos días, es negar un principio fundamental de la izquierda, como es la lucha por la transformación de las bases sociales y políticas de la injusticia social. Por tanto, todos quienes piden y llaman a pedir perdón por el Golpe de Estado, en nombre de la izquierda, simplemente igualan a las victimas con los victimarios. Rompen con la tradición transformadora de la izquierda política chilena y legitiman la violencia política de la derecha, frente a los cambios sociales y la lucha por una democracia más profunda y popular. Con esa tesis no se defiende al pueblo de Chile, sino todo lo contrario. Se le expone una vez más a la explotación y barbarie de la derecha, que aún detenta el poder económico y político en el país.  40 años después.
 
Cullipeumo, invierno 2013.-
 
Publicado en el Diario electrónico El Dinamo, el 19/09/2013.-

 

miércoles, 28 de agosto de 2013


A 40 años del golpe. Memoria y Subjetividad.

Pablo Monje-Reyes

 

Durante los últimos años nos hemos preguntado, en forma casi permanente, sobre ¿cuáles son los elementos que han constituido la subjetividad de los chilenos y chilenas en las últimas cuatro décadas? Muchos y muchas cientistas sociales, e inclusive centros de estudio e investigación, se han inspirado en esta pregunta para debatir en la arena pública post dictadura militar. “La reflexión histórica – y evidentemente la historia misma – pone siempre en juego las relaciones de poder de las sociedades y las culturas. Incluso cuando apele a las nociones de una referencia “objetiva” a la  verdad de los hechos históricos o cuando se asocie al carácter “simbólico” de construcción cultural[i]”. Esta afirmación de Aceituno muestra la relación directa entre el campo de lo objetivable, lo simbólico y la historia. Entender críticamente la historia, permite saber cómo los “vencedores” han desarrollado su campo simbólico de dominación. Dominación entendida como instrumento sagaz de la política en la relación gobernantes / gobernados, y en la constitución de un sistema hegemónico de valores y cultura, como se entiende en la obra de Antonio Gramsci. 

 

La idea central de la interrogante es aproximarse a cómo la dictadura militar definió un proyecto de modernidad, y de la misma manera, condicionó las perspectivas de un hombre moderno y su régimen de subjetividades. Para esto, la visión del “psicoanálisis resulta un material  especialmente relevante para estudiar las distintas maneras como las culturas implicadas en los debates sobre la subjetividad han producido sus relatos identitarios[ii]”. La puesta en práctica de este análisis observa la perspectiva ideológica de los militares, en su autodefinido rol como re-fundadores de la sociedad chilena (rol histórico). En particular, las acciones político – jurídicas de la Junta Militar, y posteriormente de Pinochet, como articuladores directos del discurso de la dictadura y su rol “modernizador”. Las condiciones políticas, religiosas y jurídicas creadas por la dictadura, fueron utilizadas como  herramientas para condicionar la subjetividad de los gobernados, con manu militari. El instrumento de legalidad fue la imposición de una nueva Constitución Política que instaló el modelo neoliberal como forma jurídico-política de relación entre los chilenos(as), es decir, los principios neoliberales como ejes de acción del Estado y de la sociedad

 

La instalación de los principios neoliberales en la Constitución Política chilena fue posible por la acción de la dictadura, que por medio de una política sistemática e institucionalizada de persecución, con profundas violaciones a los derechos humanos, buscó el aniquilamiento de los movimientos obreros y sociales. Persecuciones, encarcelamientos, ejecuciones y desapariciones de dirigentes obreros, indígenas, estudiantiles, académicos, de los partidos y movimientos sociales opositores a estas reformas, fueron algunas de las estrategias. Otra variante, quizás la más efectiva y que se manifestó solapadamente, fue la coaptación de los dirigentes sociales y políticos, a quienes se les solicitó, de “buena manera”, no oponerse a estas reformas movilizando sus sectores.

 

La violación sistemática a los derechos humanos permitió las bases de legalidad de nuestro ordenamiento jurídico actual. Claramente, una base institucional sustentada éticamente en la violación de los derechos humanos y en la imposición de una carta constitucional, es ilegitima. La gran tarea hoy, después de 40 años del inicio de este proceso de violencia activa y simbólica, es repensar Chile y sus bases de institucionalidad. Una nueva Constitución es un imperativo ético, para constituir un nuevo campo de subjetividades que no contenga la violencia como base constitutiva del ethos chileno.

 

Cullipeumo, Invierno 2013.-

Publicado en el diario electrónico sección columnas El Dinamo 27/08/2013.-




[i] Tomando como referencia lo que plantea Aceituno en el primer párrafo del prologo del libro publicado por la Editorial Palinodia de Michel Tort “El padre y el psicoanálisis. Una Historia Política” pp.5
[ii] Ídem, pp. 6

domingo, 11 de agosto de 2013


Karol Cariola y Cristian Cuevas. ¿Qué razones explican sus triunfos en las primarias?

Pablo Monje-Reyes

Los triunfos de Karol Cariola y de Cristian Cuevas en las últimas primarias, no dejaron a nadie indiferente. Muchos de sus electores celebraron como si fuera la elección final. Los medios de comunicación nacional dieron una interesante cobertura a los resultados de las primarias de la Nueva Mayoría, y en particular a estos dos candidatos triunfadores. La pregunta es ¿cuáles son las razones que explican ambos triunfos en estas primarias?

Primero, ambos candidatos tienen destacada trayectoria social y política. Karol Cariola es una ex dirigente estudiantil de la Universidad de Concepción, la primera mujer que llegó a dirigir la histórica Federación de estudiantes de esa casa de estudios. Es actual Secretaria General de las Juventudes Comunistas y destacada matrona, como lo ha manifestado el mismo Colegio de Matronas de Chile, en la publicación oficial de su gremio. En el caso de Cristian Cuevas, dirigente sindical y actual presidente de la Confederación de Trabajadores del Cobre, que agrupa a los trabajadores tercerizados, y que en el 2007 irrumpieron con fuerza en la lucha sindical por sus reivindicaciones sectoriales, y lograron grandes triunfos. Pero además, uno de los primeros dirigentes sindicales que ha luchado abiertamente por los derechos de la diversidad sexual y el fin a las odiosas exclusiones de género. Es miembro del Comité Central del Partido Comunista.

Segundo, ambas candidaturas apuntaron a demostrar que en Chile se pueden lograr los cambios políticos y sociales, si es que hay unidad en el movimiento social y entre los actores políticos. Colocaron a los sujetos sociales en el centro de sus campañas, y construyeron lazos de confianza con el pueblo de cada una de las comunas de su distrito. Construyeron el dialogo político que les permitió escuchar y plantear las ideas de fondo para el cambio social y político que demanda el país. Fueron capaces de interpretar la realidad local, y de entregar un discurso de cambio con credibilidad, carismático y leal con sus principios. La sociedad chilena ha percibido y ha comenzado a legitimar los cambios sociales necesarios para profundizar la democracia, pero a la vez han escuchado a los comunistas  y le han entregado confianza para representar sus intereses. 

Tercero, la gran capacidad que tiene hoy el Partido Comunista para levantar candidaturas competitivas. Los comunistas han demostrado que son un partido ordenado, con capacidades de planificación. Han integrado nuevos elementos en sus campañas, haciéndolas mucho más atractivas para el ciudadano no politizado. Han innovado en las graficas e imágenes de su publicidad, sin vaciarlas de contenido político.  Además, han perdido el miedo a salir a la calle a pedir el voto, casa a casa, y eso les ha traído credibilidad y confianza en los sectores populares. Se percibe que han aprendido a enfrentar el anticomunismo, instalado desde hace muchos años en la base social. Han desarrollado una mirada territorial de su política, y por los resultados electorales, han sido contundentes y precisos. Hoy en día lo reconocen todos los actores políticos y sociales en Chile.

Karol Cariola y Cristian Cuevas han demostrado que en Chile los comunistas avanzan demandando la unidad político social. La gente simplemente los respalda.

Cullipeumo, invierno 2013.-

martes, 6 de agosto de 2013


Prudencia y respeto. Lo que le falta a la señora Matthei para gobernar.

Pablo Monje – Reyes

Hace dos semanas, la derecha encabezada por la UDI nombró una nueva candidata presidencial, nada más y nada menos que Evelyn Matthei. Quizás nadie lo esperaba, pero así fue. Una mujer nombrada por el partido más conservador de la derecha chilena. Con un perfil de “mujer liberal”, que en algunos temas incomoda a la UDI. Pero que les dio garantías de que no los tocaría, para no generar escozor en los conservadores y pérdida de apoyo político y económico para su campaña.  Este último punto es clave para lograr un buen segundo lugar.

El tema de fondo es si Evelyn Matthei tiene las competencias claves para ser gobernante. Una de las competencias importantes en política es la prudencia en el accionar de los gobernantes, que tienen en sus espaldas la responsabilidad de dirigir una sociedad.  Otra es el respeto por el otro legítimo, con quien debate y contradice. Evaluemos la prudencia y el respeto que tiene por el otro de la señora Matthei.

Es bien conocido por todos y todas quienes nos preocupamos del debate público, la suma de desaciertos y exabruptos lingüísticos que ha tenido la señora Matthei. Propios de una persona que no controla su carácter, su agresividad se le sale por los poros. Demuestra que es heredera de la concepción autoritaria del poder, en donde ve al otro sujeto político como un enemigo que hay que denigrar. Concepción propia de las lógicas dictatoriales, en donde una estrategia de aniquilamiento del enemigo es denigrar al otro, en su condición más básica de persona. Una forma de hacerlo es insultando y despreciándolo. Este comportamiento es de una ética política muy conservadora y de inquilinaje, en donde todos y todas son inferiores a mí, y por tanto los puedo insultar. Estas acciones han sido públicas y tratadas como anécdotas de un líder político. Creo que esto es  muy delicado para la convivencia en un sistema democrático, en donde el intercambio de opiniones y las diferencias políticas deben ser respetadas.

La prudencia es la condición que no cumple la señora Matthei. Sus exabruptos continuarán, aunque la UDI intente por todos y con todos los medios decir que es una mujer con carácter, y que eso es una fortaleza para gobernar. La señora Matthei no es prudente. Con su carácter y sus conductas violentas y agresivas, divide, instala enemigos en el debate político, y desprecia al otro legítimo. Eso no es carácter, no es prudencia, ni menos una fortaleza para gobernar los destinos de nuestro país, como lo intenta instalar la UDI popular.

 
Cullipeumo, invierno 2013

Publicado en el Diario Electrónico El Dinamo 05/08/2013

sábado, 27 de julio de 2013


La tragicomedia de la derecha en Chile

Pablo Monje-Reyes

Durante las últimas semanas hemos visto a la derecha dando uno de los mejores espectáculos del sistema político en muchos años.  Comenzó la UDI bajando a su primer candidato presidencial, Lawrence Golborne, sin ningún decoro y sin nada de estilo. En la forma más tradicional de la derecha: el patrón de fundo le dice al inquilino que está haciendo mal su pega y chao.  Subieron a su histórico líder desde los tiempos de la dictadura, Pablo Longueira, quien dictó su estrategia y bajó candidatos a parlamentarios, “ordenando” el cuadro político de la UDI.  De hecho, varios quedaron muy resentidos con este cambio de la dicta-estrategia. Este candidato ganó las primarias de la derecha, con el apoyo “popular” de las comunas más pudientes del país. Días después, se bajó de la carrera declarando que estaba enfermo, con una depresión profunda.  Aquí ya cabe la duda sobre si las decisiones tomadas por el colectivo de la dirección de la UDI, y dirigidas por una persona con un trastorno mental, fueron correctas. A luz de los hechos parece que no.

Por otro lado está Renovación Nacional, liderado por Carlos Larraín. Un criollo multimillonario y conservador, personaje clásico de la historia política de la derecha chilena, que se caracteriza por dichos ladinos. Larraín hizo una embestida en contra de su partido aliado. Amenazó candidaturas parlamentarias de la UDI haciendo movimientos de candidatos, y levantó el proyecto de cambio del sistema binominal. Con esto motivó una de las mejores semanas de la crisis de la derecha. De hecho, coparon los medios de comunicación  y controlan la agenda noticiosa en la sección política, al mismo nivel que cuando se derrotó al dictador Pinochet en las urnas.

Posteriormente, después de la caída de Longueira, se comenzó la nueva búsqueda de candidato presidencial por ambos partidos, la UDI y RN. Cuento corto: la UDI y la Moneda impusieron a Evelyn Mathei, una deslenguada Ministra y ex senadora. El criollo Carlos Larrain quedó sin piso y fue derrotado.  Pero aquí no terminó todo. En esta semana se va a reordenar el cuadro parlamentario, definiendo el ya iniciado sube y baja de candidatos y candidatas. Quedan muchos por llorar en la derecha.

¿Cuál es la crisis que está enfrentando la derecha? Primero, haber desarrollado un gobierno en el que la gente no confía, y que fue prepotente desde sus inicios, con sus slogans “el gobierno de excelencia” y trabajaremos “24/7”.  Segundo, un Presidente supra personalista y millonario, desubicado en sus comentarios políticos. Tercero, el origen social de los dirigentes de los partidos de la Alianza los condena a ser sujetos políticos poco disciplinados, ya que por sus egos y recursos económicos, les da lo mismo mandar a la punta del cerro a quien se le cruce por delante. El síndrome del patrón de fundo. Cuarto, la inexistente capacidad de tener una percepción democrática de la realidad, siempre una mirada de arriba hacia abajo. 

Todos estos elementos son propios de la esencia de los sujetos políticos de derecha. Más allá de estas características, pienso que estamos frente a una crisis mayor. La crisis de la derecha, que se manifiesta burdamente en estas acciones, tiene que ver con una crisis del modelo de dominación. Saben que perderán la elección presidencial y están intentando refugiarse en el Parlamento, con el fin de evitar cambios profundos al modelo, y torcerle la mano a la soberanía popular. Se dan cuenta que la sociedad chilena está demandando el reemplazo del modelo de desarrollo, y eso requiere de una nueva Constitución. De nuevas bases democráticas. Por ello, no tienen respuesta frente a esta crisis, pues la solución contradice su proyecto político y de sociedad. La derecha no tiene proyecto alternativo que ofrecer, e intentará por todos los medios de detener los avances democratizadores, que las movilizaciones sociales demandan.
 

Cullipeumo, invierno 2013.-

sábado, 20 de julio de 2013


El Caso del SII y la construcción de clase en Chile.
Pablo Monje-Reyes

El caso del Servicio de Impuestos Internos se enmarca en el clásico concepto de falta de probidad de una autoridad pública. El Servicio y su Director están investidos de capacidad para fiscalizar empresas que tributan al Estado, y por tanto a todos los chilenos y chilenas. Lo que ha salido a la luz pública, a partir del informe de la Contraloría General de la República, es que el ex Director del Servicio, Julio Pereira, no se inhabilitó en procesos mayores de condonación de impuestos a empresas de las cuales él era accionista. El punto de mayor conflicto, además, es la situación de la empresa Johnson’s,  que fue beneficiada con una condonación por 59.000 millones de pesos, aproximadamente 120 millones de dólares. Luego de este beneficio, fue comprada por el holding CENCOSUD en 64 millones de dólares, holding del cual Pereira es accionista.

El señor Julio Pereira es un abogado especialista en derecho tributario, con carrera en el ámbito privado en una de las principales consultoras en gestión del país. A partir de este “curriculum de excelencia”, fue nombrado en la dirección del SII por el actual gobierno.

¿Cuál es el fondo en este caso, más allá del revuelo público y la condena socio política que se hará en las próximas semanas? Primero, una discusión clásica en la economía política: utilizar el Estado para los intereses de una clase social específica, que en este caso es la “burguesía” sostenedora del poder en Chile. Segundo, la fiscalización a las autoridades de gobierno y administrativas por parte de otros actores de clase, como los trabajadores y trabajadoras.

Sobre la utilización del Estado para los intereses de una clase, el caso de Julio Pereira constata que el Estado, en la democracia liberal-burguesa, sigue y seguirá siendo un aparato no sólo de dominación de clases, sino también un instrumento para el beneficio de una clase en específico. La condonación benefició a los grandes empresarios y el Estado de Chile dejó de percibir recursos. Además, se utilizó el Estado para reproducir el capital financiero. La condonación facilitó la venta de una empresa entre actores privados, que se beneficiaron de poder transar una empresa sin deuda tributaria.  Los únicos que perdieron fueron los chilenos y chilenas que requieren recursos del Estado para mejorar sus condiciones de vida. El Estado perdió 120 millones de dólares, mientras que Johnson’s  se transó en 64 millones dólares.

Sobre la fiscalización a las autoridades de gobierno y administrativas por parte de otros actores de clase: los trabajadores y trabajadoras del SII denunciaron a primera hora las irregularidades de este caso, ante la Contraloría General de la República. Estas denuncias fueron claves para ver los resultados, que terminan con la renuncia de Julio Pereira. La acción fiscalizadora activa de los trabajadores  y trabajadoras permite ver nuevamente las contradicciones de clase que existen en nuestro Estado.  Contradicciones que siempre se tratan de aplacar por medio de renuncias, en vez de asumir responsabilidades político – administrativas.

Todo esto ha sido perceptible por la connotación política y mediática de quienes se han involucrado. La burguesía chilena no ha cuestionado en nada el rol de Pereira. Por el contrario, lo justifican y lo seguirán justificando. Al final del día, el ex Director de SII hizo lo que su condición de clase determina: hacer uso del Estado para sus intereses económico- políticos, y beneficiar a su clase.

Publicado en Periódico Electrónico El Dinamo 19/07/2013.-
 
Cullipeumo,  invierno 2013.-

jueves, 11 de julio de 2013


La movilización social y la democracia en Chile.

Pablo Monje-Reyes

Durante los últimos años en nuestro país las movilizaciones sociales se han incrementado. Todas ellas con distintas demandas. Las más notables son: las demandas por una educación pública, gratuita y de calidad; por derechos laborales y mejoras salariales; por la defensa del medioambiente, oponiéndose a las centrales a carbón; las socio culturales, por la despenalización del consumo de marihuana y por los derechos de la diversidad sexual; las regionales, por la desigualdad territorial en Calama, Punta Arenas, Quellón y Aysén. Todas masivas y convocantes de amplios sectores sociales del país. Todas y cada una de ellas tienen como común denominador demandar del gobierno de turno mayor responsabilidad política, como también apertura a corregir las injusticias que la sociedad demanda en las calles.
 

Si partimos del supuesto que la democracia es el gobierno del pueblo, para pueblo y por el pueblo, ¿por qué las movilizaciones sociales son necesarias en democracia? En el caso chileno, la democracia liberal garantiza la igualdad política del voto para elegir representantes, se restringe solo al acto político de las elecciones. Cuando los movimientos sociales actúan en esta democracia emergen tres elementos importantes. Primero, el sujeto activo en una movilización social es el pueblo empoderado de sus derechos de expresión política - democrática. Segundo, la movilización social es la única herramienta que tiene el pueblo para expresar sus demandas, y denunciar las injusticias que se producen en una sociedad en la que el modelo económico y social restringe la participación en sus resultados económicos, como es actualmente el caso chileno. Tercero, la movilización social produce conciencia y fortalece los lazos del pueblo en la búsqueda de nuevos espacios democráticos. De hecho, la movilización social permitió en Chile terminar con la dictadura más cruenta de nuestra historia política.

 
Hoy en día, el pueblo movilizado exige cambios profundos en el Estado y en el sistema político democrático. La movilización social permite avanzar y superar los bajos niveles de participación que proveen los espacios institucionales actuales, que están expuestos en la Constitución de 1980. La movilización social ha generado conciencia en el pueblo chileno respecto de la necesidad de cambios profundos a la democracia actual. Se ha planteado clara e innegablemente la necesidad de una Nueva Constitución para Chile, la cual debe permitir mayor participación activa del pueblo Chileno en las decisiones del país.

 
La movilización social amenaza la democracia limitada y de baja intensidad que poseemos. Mediante ella, el pueblo está demandando cambios profundos en nuestro sistema democrático. Por esto todas las movilizaciones son criminalizadas por los sectores conservadores, que sienten amenazados sus intereses políticos y económicos. Estos conservadores son la derecha política y económica que hoy en día gobierna el país.
 

Cullipeumo, invierno 2013.-

domingo, 7 de julio de 2013

Las primarias, los errores de la derecha y el rol de los comunistas


Pablo Monje-Reyes

Los resultados de las elecciones primarias sorprendieron a los  chilenos y chilenas.  La primera sorpresa  fue la gran participación ciudadana: más de 3 millones de votos, aproximadamente el 24% del padrón electoral.  La segunda fue la alta votación obtenida por la Nueva Mayoría: más de 2 millones de votos, el 74% de los votos emitidos, y la  baja votación de la derecha: 800 mil votos, sólo el 26% de los votos emitidos. Por último, la tercera sorpresa fue la alta votación de la candidata del PS, PPD, PC, MAS e IC Michelle Bachelet, con 1.561.563 votos. Casi el doble del total de votos de la derecha, y el 73% de los votos del pacto Nueva Mayoría.

Como en cualquier elección, siempre hay ganadores y perdedores. En esta oportunidad la derecha fue derrotada, aunque no lo quiera reconocer. ¿A qué se debe esta derrota?  A mi juicio,  uno  de los factores más importantes  fue  el eje discursivo que implementó la derecha, centrado en su campaña del terror.

Un eje fue la campaña  contra la candidata Michelle Bachelet y sus “responsabilidades” en las decisiones tomadas el 27F. Cuatro años de gobierno tratando de generar desconfianza y deslegitimación. El resultado muestra que fue un error táctico de marca mayor, pues en las comunas afectadas por el maremoto la candidata obtuvo  en promedio sobre el 80% de los votos. 

Otro  eje discursivo fue condenar la candidatura de Michelle Bachelet, por el apoyo del Partido Comunista. La derecha vociferó a los cuatro vientos que el pacto con los comunistas no le traía nada bueno a la candidatura de Bachelet y a Chile  El Presidente de la República, y los candidatos presidenciales de RN y UDI, se alinearon en cuestionar el apoyo, con frases que rayaban en la intolerancia política y visión antidemocrática. Lo mismo ocurrió con las opiniones de los intelectuales y medios de comunicación, de claro perfil de derecha. La miopía de la derecha en su máxima expresión: hacer una campaña anticomunista persistente y cavernaria, con claras evocaciones a los peores tiempos de la dictadura de Pinochet.

En esta estrategia, la derecha se encerró en su caverna y no hizo lectura de la realidad. El Partido Comunista chileno siempre ha sido partícipe de la democracia. En los últimos 25 años ha votado y participado en las elecciones.  Tiene una votación respetable y disciplinada, cercana a los 350 mil votos. Esos votos están en la votación obtenida por Michelle Bachelet en estas primarias, más los votos del PS, PPD, MAS, IC e independientes.

El Partido Comunista participa de la institucionalidad política. Tiene tres diputados con destacada participación en la política nacional, que con seguridad serán reelectos. Tiene Alcaldes que han sido reelectos con altas votaciones, como en las comunas de Pedro Aguirre Cerda y La Ligua entre otras. En estas comunas, el apoyo a Bachelet estuvo por sobre el 80% y 85% respectivamente. En la comuna de Recoleta, con el Alcalde comunista Daniel Jadue,  la candidata obtuvo 72%. 

La derecha olvida también que los comunistas doblaron  el número de concejales municipales en las últimas elecciones municipales.  Los comunistas han renovado rostros que tienen alta aceptación social, como Camila Vallejo, Camilo Ballesteros, Karol Cariola, Cristian Cuevas, Daniel Nuñez, todos candidatos a parlamentarios en distritos donde  los resultados obtenidos por la Nueva Mayoría hablan por sí solos.

Además, en el mundo sindical cuentan con la Presidenta de la CUT, Barbará Figueroa, la primera mujer en dirigir una central obrera en América Latina. El PC sigue teniendo muchas y muchos militantes obreros jóvenes, organizando sindicatos y luchando por sus reivindicaciones. Eso es una realidad.

No hay duda que los comunistas han estado en el avance de las luchas sociales. Basta caminar por el Distrito 28, donde es Diputado el Presidente del Partido Guillermo Teillier,  para ver en  sus gigantografias la sintonía clara con las demanda de los movimientos sociales: educación gratuita y de calidad, salud pública de calidad, por una nueva Constitución para Chile.

Todo esto muestra que los comunistas tienen nuevas formas de proyectarse en la sociedad chilena. La ciudadanía los ha respaldado en las urnas, con confianza política. A la luz de los hechos, los ha evaluado bien: más de mitad de los votantes totales en las primarias votó por un pacto Nueva Mayoría que integraba al Partido Comunista.

La idea cavernaria del anticomunismo, que la derecha trató de imponer en estas primarias, fue condenada por la ciudadanía.  El pueblo de Chile tiene conciencia de que los comunistas aportan con sus ideas al cambio social y la profundización de la democracia, y percibe claramente que es  la derecha quien está en contra sus intereses de cambio. Los comunistas seguirán por mucho tiempo siendo parte de los cambios profundos de la sociedad chilena, aunque la derecha insista en su idea cavernaria del anticomunismo.  

Publicado en el periódico electrónico El Dinamo, jueves 04 de julio 2013

viernes, 28 de junio de 2013


Por una regionalización democrática para Chile
 
Pablo Monje-Reyes

Hace más de treinta y cinco años, la dictadura militar comunicó el inicio de la “modernización” del Estado.  El gran instrumento de modernización fue la regionalización del país, La creación de 12 regiones y una Región Metropolitana. Es un hito de importancia para el Estado chileno, en términos políticos  y administrativos, pues rompe con la tradición de administración territorial de nivel provincial. Se instaló el concepto de región,  cuya función principal es la administración del territorio, delegada desde el poder ejecutivo central. Este cambio fue mediado por dos visiones.

La primera, una mirada de seguridad nacional. La regionalización es vista como un instrumento de control político – militar de los territorios, a través de la figura de la Intendencia. El Intendente, como representante del poder ejecutivo en la región y como jefe de guarnición militar, tiene hasta el día de hoy como función principal cautelar la seguridad interior de la región.
La segunda visión es la idea desarrollista del territorio.  Como hipótesis de trabajo plantea que las regiones debiesen preparar su territorio para el cambio del sistema productivo del país, orientado hacia las exportaciones de recursos naturales de bajo valor agregado. Se fundamenta en la teoría de las ventajas ricardianas, que plantea que la fortaleza de un territorio está determinada por sus ventajas comparativas (endógenas) para la producción de un bien, con respecto a otro territorio. La idea central que domina esta visión es que las nuevas regiones pueden potenciar estas ventajas, por medio de la inversión pública regionalizada. De esta manera, se estimula la inserción de las “economías regionales” a la globalización económico productiva. Esto significa poner en práctica, desde el territorio, las políticas de orientación a las exportaciones.  La inserción de Chile a la globalización del mercado se realizó  mediante políticas aperturistas, dirigidas  por el Estado central.

35 años después, comunidades territoriales como Magallanes, Aysén, Calama, Valdivia y Arica, se revelaron contra este modelo de regionalización, que dejó en manos del mercado el desarrollo de las regiones. La regionalización de la dictadura militar nunca se propuso  siquiera pensar un modelo de desarrollo regional integral y democrático.  Hoy es el momento de  definir una regionalización democrática que permita construir regiones, por medio de la participación de las comunidades regionales en la conducción de sus gobiernos.  Es insuficiente que en 24 años de gobiernos democráticos sólo se haya logrado la elección directa de consejeros regionales, que se  elegirán en las próximas elecciones de  noviembre.  Debemos avanzar hacia la constitución de verdaderos gobiernos regionales democráticos, en donde se elija al Presidente de la Región y al cuerpo legislativo, en forma directa e informada por la ciudadanía regional.  También es necesario entregar autonomía y competencias al gobierno ejecutivo regional y su cuerpo legislativo, que les permitan constituirse como un verdadero ejecutivo de gobierno. Así podrán elaborar efectivamente políticas participativas para el desarrollo integral de una región.

Sólo una modernización político – administrativa profunda y sustantiva del Estado otorgará legitimidad democrática a la conducción gubernamental de las regiones. Permitirá fortalecer el desarrollo de las regiones, colocando en manos del pueblo la decisión sobre quienes gobiernan la región. En síntesis, con estas modernizaciones democráticas se terminará con la regionalización autoritaria y administrativista del territorio, que nos legó la dictadura militar.


Cullipeumo, Invierno 2013.-

domingo, 23 de junio de 2013


¿Quiénes ganarán la primera elección de
Consejeros Regionales?

 Pablo Monje – Reyes

Por primera vez en nuestra vida republicana se elegirán democráticamente los Consejeros Regionales. ¿Qué hacen los Consejeros Regionales? Integran el Consejo Regional, órgano colegiado que tiene como función principal, según la ley 19.175, hacer efectiva la participación de la comunidad regional, en la adopción de aquellas decisiones que tengan directa relación con el desarrollo social, cultural y económico de las regiones. Para ello, tienen la potestad de aprobar el presupuesto regional y de asignar financiamiento a proyectos de desarrollo de la Región. Por lo tanto, son un espacio de real relevancia e injerencia en la vida política de las regiones. Una instancia de participación política que los partidos no desprecian, ni piensan dejar de lado en sus proyectos de gobierno nacional, pues tiene un valor político intrínseco. Por todo esto, los resultados de las elecciones de Consejeros Regionales no serán un dato menor para los partidos que disputan el gobierno nacional.

Es posible proyectar estos resultados tomando las cifras de las últimas elecciones de Concejales Municipales. El ejercicio considera los actuales pactos para la elección presidencial: la Alianza (UDI – RN), la oposición unida post primarias (PDC, PRSD, PPD, PS, PC, IC, y MAS) y, en forma independiente, el PRI, el PRO, el PH y Fuerza Norte. El mecanismo de elección de Consejeros Regionales es la cifra repartidora, igual que en la elección de Concejales Comunales. 

Un dato importante es que en las últimas elecciones municipales la participación fue del 39% del padrón electoral. Esto no afecta los resultados del presente ejercicio, puesto que siempre se ha visto que el aumento en el número de votantes no altera significativamente las tendencias electorales previas.

¿Cuáles son los resultados? En el caso de la derecha, la Alianza (UDI – RN) sólo obtendría el 34,5% de los Consejeros Regionales a elegir (278), y no lograría imponerse en ninguna región como fuerza mayoritaria.

En el caso de la oposición, siempre y cuando se presente en una lista única (PDC, PRSD, PPD, PS, PC, IC, y MAS) lograría 55,1% de los Consejeros Regionales. Además, lograría imponerse como pacto político mayoritario en 13 regiones del país, y en las tres regiones de mayor población electoral (Metropolitana, Bío Bío y Valparaíso).

En el caso del PRI, lograría el 3,2%; el PRO el 0,7% y Fuerza Norte (Soria) el 1,4% de los Consejeros a elegir. El PH no lograría elegir Consejeros.

En síntesis, no cabe duda que los vencedores de la elección de Consejeros Regionales será la oposición unida –una Nueva Mayoría.  
 
Columna Publicada en diario electrónico El Dinamo 20/junio/2013. 

viernes, 7 de junio de 2013


Una mirada histórica de la Gestión Social en Chile.

 Pablo Monje – Reyes

La gestión social en este ensayo se entenderá  como proceso gerencial dialógico en que la autoridad decisoria es compartida entre los participantes de las acciones para cuales se han concertado. La gestión social se caracteriza porque cada persona tiene el derecho a hablar y actuar en conciencia sin ningún tipo de coacción política ni burocrática. Este trabajo hace una mirada histórica de cómo la gestión social ha sido un instrumento político relevante en la sociedad chilena en los últimos 40 años. La gestión social de base siempre ha sido una práctica de resistencia de carácter popular como lo fue en la dictadura. En tiempos de democracia ha sido mirada con desconfianza e inclusive resistida por los gobiernos de turno. Muchas veces implementada con fines de legitimación de políticas públicas pensadas de arriba hacia abajo. Los invito al análisis.  

Las reformas estructurales que llevó a cabo la dictadura cívico militar, despojó al Estado de su capacidad de intervención social abierta. Las reformas, independientes entre sí pero interconectadas ideológicamente, permitieron la creación de un Estado neoliberal. Sus principales características son ser un actor pasivo en las relaciones sociales. Sus formas de intervención son por medio del subsidio a la demanda en términos de políticas sociales y desde la perspectiva de la gestión social, solo le interesa si racionaliza las demandas de prestaciones y subsidios del Estado. 
 
La gestión social en el periodo que abarca la dictadura cívico militar chilena, fue implementada por actores políticos (partidos políticos de oposición), sociales (Iglesia Católica y ONG’s) y comunitarios (organizaciones sociales de base), como práctica de resistencia contra la dictadura y de sensibilización para la población de la necesidad de retornar a la democracia. La gestión social fue un pivote clave en la estrategia de derrocamiento de la dictadura cívica militar chilena. Cabe recordar algunas acciones: ollas comunes y comedores sociales; comprando juntos; tomas de terreno y autoconstrucción de viviendas sociales; recuperación y distribución de alimentos en sectores populares; educación cívica y de derechos humanos, entre otras.

En el periodo del retorno a la democracia y los gobiernos de los partidos que fueron oposición a la dictadura, se dio continuidad y legitimación democrática al modelo neoliberal. Se desmovilizó a los actores sociales, se desestructuraron, por lo hechos o por voluntad política, los actores institucionales y sociales que desarrollaron la gestión social como practica de resistencia en los sectores populares durante la dictadura. Los debilitaron por voluntad y cambio de eje político, terminando el financiamiento solidario internacional y la cooptación de los profesionales y técnicos, para cumplir funciones ejecutivas en el gobierno.

La gestión social en el periodo de los gobiernos democráticos encabezados por la concertación, fue implementada como un modelo de co gestión social de las políticas públicas diseñadas centralmente. Como una forma de acercar los subsidios del Estado a los sectores de la población más carenciados. También, como una forma de dar legitimidad social a las empresas privadas. Por último, como prácticas de ciudadanía, gestión municipal y gestión local, fueron las que más se acercaron a dinamizar el concepto y prácticas de gestión social en este periodo.

Para terminar, la paradoja que muestra este pequeño ensayo es que, en realidad, la Gestión Social puesta en práctica en el periodo de la dictadura cívica militar fue más profunda y logró cambio socio políticos importantes, siendo un factor determinante en la lucha contra la dictadura y en la democratización del sistema político. Por el contrario, desde el retorno de la democracia, los que se opusieron a la dictadura la han mirado con sospecha política. Solo se ha podido articular como una mediadora de políticas, que buscan fortalecer el rol del mercado de las políticas sociales, elaboradas en cada uno de los gobiernos de la concertación.
 

Cullipeumo, otoño 2013.-