sábado, 27 de julio de 2013


La tragicomedia de la derecha en Chile

Pablo Monje-Reyes

Durante las últimas semanas hemos visto a la derecha dando uno de los mejores espectáculos del sistema político en muchos años.  Comenzó la UDI bajando a su primer candidato presidencial, Lawrence Golborne, sin ningún decoro y sin nada de estilo. En la forma más tradicional de la derecha: el patrón de fundo le dice al inquilino que está haciendo mal su pega y chao.  Subieron a su histórico líder desde los tiempos de la dictadura, Pablo Longueira, quien dictó su estrategia y bajó candidatos a parlamentarios, “ordenando” el cuadro político de la UDI.  De hecho, varios quedaron muy resentidos con este cambio de la dicta-estrategia. Este candidato ganó las primarias de la derecha, con el apoyo “popular” de las comunas más pudientes del país. Días después, se bajó de la carrera declarando que estaba enfermo, con una depresión profunda.  Aquí ya cabe la duda sobre si las decisiones tomadas por el colectivo de la dirección de la UDI, y dirigidas por una persona con un trastorno mental, fueron correctas. A luz de los hechos parece que no.

Por otro lado está Renovación Nacional, liderado por Carlos Larraín. Un criollo multimillonario y conservador, personaje clásico de la historia política de la derecha chilena, que se caracteriza por dichos ladinos. Larraín hizo una embestida en contra de su partido aliado. Amenazó candidaturas parlamentarias de la UDI haciendo movimientos de candidatos, y levantó el proyecto de cambio del sistema binominal. Con esto motivó una de las mejores semanas de la crisis de la derecha. De hecho, coparon los medios de comunicación  y controlan la agenda noticiosa en la sección política, al mismo nivel que cuando se derrotó al dictador Pinochet en las urnas.

Posteriormente, después de la caída de Longueira, se comenzó la nueva búsqueda de candidato presidencial por ambos partidos, la UDI y RN. Cuento corto: la UDI y la Moneda impusieron a Evelyn Mathei, una deslenguada Ministra y ex senadora. El criollo Carlos Larrain quedó sin piso y fue derrotado.  Pero aquí no terminó todo. En esta semana se va a reordenar el cuadro parlamentario, definiendo el ya iniciado sube y baja de candidatos y candidatas. Quedan muchos por llorar en la derecha.

¿Cuál es la crisis que está enfrentando la derecha? Primero, haber desarrollado un gobierno en el que la gente no confía, y que fue prepotente desde sus inicios, con sus slogans “el gobierno de excelencia” y trabajaremos “24/7”.  Segundo, un Presidente supra personalista y millonario, desubicado en sus comentarios políticos. Tercero, el origen social de los dirigentes de los partidos de la Alianza los condena a ser sujetos políticos poco disciplinados, ya que por sus egos y recursos económicos, les da lo mismo mandar a la punta del cerro a quien se le cruce por delante. El síndrome del patrón de fundo. Cuarto, la inexistente capacidad de tener una percepción democrática de la realidad, siempre una mirada de arriba hacia abajo. 

Todos estos elementos son propios de la esencia de los sujetos políticos de derecha. Más allá de estas características, pienso que estamos frente a una crisis mayor. La crisis de la derecha, que se manifiesta burdamente en estas acciones, tiene que ver con una crisis del modelo de dominación. Saben que perderán la elección presidencial y están intentando refugiarse en el Parlamento, con el fin de evitar cambios profundos al modelo, y torcerle la mano a la soberanía popular. Se dan cuenta que la sociedad chilena está demandando el reemplazo del modelo de desarrollo, y eso requiere de una nueva Constitución. De nuevas bases democráticas. Por ello, no tienen respuesta frente a esta crisis, pues la solución contradice su proyecto político y de sociedad. La derecha no tiene proyecto alternativo que ofrecer, e intentará por todos los medios de detener los avances democratizadores, que las movilizaciones sociales demandan.
 

Cullipeumo, invierno 2013.-

sábado, 20 de julio de 2013


El Caso del SII y la construcción de clase en Chile.
Pablo Monje-Reyes

El caso del Servicio de Impuestos Internos se enmarca en el clásico concepto de falta de probidad de una autoridad pública. El Servicio y su Director están investidos de capacidad para fiscalizar empresas que tributan al Estado, y por tanto a todos los chilenos y chilenas. Lo que ha salido a la luz pública, a partir del informe de la Contraloría General de la República, es que el ex Director del Servicio, Julio Pereira, no se inhabilitó en procesos mayores de condonación de impuestos a empresas de las cuales él era accionista. El punto de mayor conflicto, además, es la situación de la empresa Johnson’s,  que fue beneficiada con una condonación por 59.000 millones de pesos, aproximadamente 120 millones de dólares. Luego de este beneficio, fue comprada por el holding CENCOSUD en 64 millones de dólares, holding del cual Pereira es accionista.

El señor Julio Pereira es un abogado especialista en derecho tributario, con carrera en el ámbito privado en una de las principales consultoras en gestión del país. A partir de este “curriculum de excelencia”, fue nombrado en la dirección del SII por el actual gobierno.

¿Cuál es el fondo en este caso, más allá del revuelo público y la condena socio política que se hará en las próximas semanas? Primero, una discusión clásica en la economía política: utilizar el Estado para los intereses de una clase social específica, que en este caso es la “burguesía” sostenedora del poder en Chile. Segundo, la fiscalización a las autoridades de gobierno y administrativas por parte de otros actores de clase, como los trabajadores y trabajadoras.

Sobre la utilización del Estado para los intereses de una clase, el caso de Julio Pereira constata que el Estado, en la democracia liberal-burguesa, sigue y seguirá siendo un aparato no sólo de dominación de clases, sino también un instrumento para el beneficio de una clase en específico. La condonación benefició a los grandes empresarios y el Estado de Chile dejó de percibir recursos. Además, se utilizó el Estado para reproducir el capital financiero. La condonación facilitó la venta de una empresa entre actores privados, que se beneficiaron de poder transar una empresa sin deuda tributaria.  Los únicos que perdieron fueron los chilenos y chilenas que requieren recursos del Estado para mejorar sus condiciones de vida. El Estado perdió 120 millones de dólares, mientras que Johnson’s  se transó en 64 millones dólares.

Sobre la fiscalización a las autoridades de gobierno y administrativas por parte de otros actores de clase: los trabajadores y trabajadoras del SII denunciaron a primera hora las irregularidades de este caso, ante la Contraloría General de la República. Estas denuncias fueron claves para ver los resultados, que terminan con la renuncia de Julio Pereira. La acción fiscalizadora activa de los trabajadores  y trabajadoras permite ver nuevamente las contradicciones de clase que existen en nuestro Estado.  Contradicciones que siempre se tratan de aplacar por medio de renuncias, en vez de asumir responsabilidades político – administrativas.

Todo esto ha sido perceptible por la connotación política y mediática de quienes se han involucrado. La burguesía chilena no ha cuestionado en nada el rol de Pereira. Por el contrario, lo justifican y lo seguirán justificando. Al final del día, el ex Director de SII hizo lo que su condición de clase determina: hacer uso del Estado para sus intereses económico- políticos, y beneficiar a su clase.

Publicado en Periódico Electrónico El Dinamo 19/07/2013.-
 
Cullipeumo,  invierno 2013.-

jueves, 11 de julio de 2013


La movilización social y la democracia en Chile.

Pablo Monje-Reyes

Durante los últimos años en nuestro país las movilizaciones sociales se han incrementado. Todas ellas con distintas demandas. Las más notables son: las demandas por una educación pública, gratuita y de calidad; por derechos laborales y mejoras salariales; por la defensa del medioambiente, oponiéndose a las centrales a carbón; las socio culturales, por la despenalización del consumo de marihuana y por los derechos de la diversidad sexual; las regionales, por la desigualdad territorial en Calama, Punta Arenas, Quellón y Aysén. Todas masivas y convocantes de amplios sectores sociales del país. Todas y cada una de ellas tienen como común denominador demandar del gobierno de turno mayor responsabilidad política, como también apertura a corregir las injusticias que la sociedad demanda en las calles.
 

Si partimos del supuesto que la democracia es el gobierno del pueblo, para pueblo y por el pueblo, ¿por qué las movilizaciones sociales son necesarias en democracia? En el caso chileno, la democracia liberal garantiza la igualdad política del voto para elegir representantes, se restringe solo al acto político de las elecciones. Cuando los movimientos sociales actúan en esta democracia emergen tres elementos importantes. Primero, el sujeto activo en una movilización social es el pueblo empoderado de sus derechos de expresión política - democrática. Segundo, la movilización social es la única herramienta que tiene el pueblo para expresar sus demandas, y denunciar las injusticias que se producen en una sociedad en la que el modelo económico y social restringe la participación en sus resultados económicos, como es actualmente el caso chileno. Tercero, la movilización social produce conciencia y fortalece los lazos del pueblo en la búsqueda de nuevos espacios democráticos. De hecho, la movilización social permitió en Chile terminar con la dictadura más cruenta de nuestra historia política.

 
Hoy en día, el pueblo movilizado exige cambios profundos en el Estado y en el sistema político democrático. La movilización social permite avanzar y superar los bajos niveles de participación que proveen los espacios institucionales actuales, que están expuestos en la Constitución de 1980. La movilización social ha generado conciencia en el pueblo chileno respecto de la necesidad de cambios profundos a la democracia actual. Se ha planteado clara e innegablemente la necesidad de una Nueva Constitución para Chile, la cual debe permitir mayor participación activa del pueblo Chileno en las decisiones del país.

 
La movilización social amenaza la democracia limitada y de baja intensidad que poseemos. Mediante ella, el pueblo está demandando cambios profundos en nuestro sistema democrático. Por esto todas las movilizaciones son criminalizadas por los sectores conservadores, que sienten amenazados sus intereses políticos y económicos. Estos conservadores son la derecha política y económica que hoy en día gobierna el país.
 

Cullipeumo, invierno 2013.-

domingo, 7 de julio de 2013

Las primarias, los errores de la derecha y el rol de los comunistas


Pablo Monje-Reyes

Los resultados de las elecciones primarias sorprendieron a los  chilenos y chilenas.  La primera sorpresa  fue la gran participación ciudadana: más de 3 millones de votos, aproximadamente el 24% del padrón electoral.  La segunda fue la alta votación obtenida por la Nueva Mayoría: más de 2 millones de votos, el 74% de los votos emitidos, y la  baja votación de la derecha: 800 mil votos, sólo el 26% de los votos emitidos. Por último, la tercera sorpresa fue la alta votación de la candidata del PS, PPD, PC, MAS e IC Michelle Bachelet, con 1.561.563 votos. Casi el doble del total de votos de la derecha, y el 73% de los votos del pacto Nueva Mayoría.

Como en cualquier elección, siempre hay ganadores y perdedores. En esta oportunidad la derecha fue derrotada, aunque no lo quiera reconocer. ¿A qué se debe esta derrota?  A mi juicio,  uno  de los factores más importantes  fue  el eje discursivo que implementó la derecha, centrado en su campaña del terror.

Un eje fue la campaña  contra la candidata Michelle Bachelet y sus “responsabilidades” en las decisiones tomadas el 27F. Cuatro años de gobierno tratando de generar desconfianza y deslegitimación. El resultado muestra que fue un error táctico de marca mayor, pues en las comunas afectadas por el maremoto la candidata obtuvo  en promedio sobre el 80% de los votos. 

Otro  eje discursivo fue condenar la candidatura de Michelle Bachelet, por el apoyo del Partido Comunista. La derecha vociferó a los cuatro vientos que el pacto con los comunistas no le traía nada bueno a la candidatura de Bachelet y a Chile  El Presidente de la República, y los candidatos presidenciales de RN y UDI, se alinearon en cuestionar el apoyo, con frases que rayaban en la intolerancia política y visión antidemocrática. Lo mismo ocurrió con las opiniones de los intelectuales y medios de comunicación, de claro perfil de derecha. La miopía de la derecha en su máxima expresión: hacer una campaña anticomunista persistente y cavernaria, con claras evocaciones a los peores tiempos de la dictadura de Pinochet.

En esta estrategia, la derecha se encerró en su caverna y no hizo lectura de la realidad. El Partido Comunista chileno siempre ha sido partícipe de la democracia. En los últimos 25 años ha votado y participado en las elecciones.  Tiene una votación respetable y disciplinada, cercana a los 350 mil votos. Esos votos están en la votación obtenida por Michelle Bachelet en estas primarias, más los votos del PS, PPD, MAS, IC e independientes.

El Partido Comunista participa de la institucionalidad política. Tiene tres diputados con destacada participación en la política nacional, que con seguridad serán reelectos. Tiene Alcaldes que han sido reelectos con altas votaciones, como en las comunas de Pedro Aguirre Cerda y La Ligua entre otras. En estas comunas, el apoyo a Bachelet estuvo por sobre el 80% y 85% respectivamente. En la comuna de Recoleta, con el Alcalde comunista Daniel Jadue,  la candidata obtuvo 72%. 

La derecha olvida también que los comunistas doblaron  el número de concejales municipales en las últimas elecciones municipales.  Los comunistas han renovado rostros que tienen alta aceptación social, como Camila Vallejo, Camilo Ballesteros, Karol Cariola, Cristian Cuevas, Daniel Nuñez, todos candidatos a parlamentarios en distritos donde  los resultados obtenidos por la Nueva Mayoría hablan por sí solos.

Además, en el mundo sindical cuentan con la Presidenta de la CUT, Barbará Figueroa, la primera mujer en dirigir una central obrera en América Latina. El PC sigue teniendo muchas y muchos militantes obreros jóvenes, organizando sindicatos y luchando por sus reivindicaciones. Eso es una realidad.

No hay duda que los comunistas han estado en el avance de las luchas sociales. Basta caminar por el Distrito 28, donde es Diputado el Presidente del Partido Guillermo Teillier,  para ver en  sus gigantografias la sintonía clara con las demanda de los movimientos sociales: educación gratuita y de calidad, salud pública de calidad, por una nueva Constitución para Chile.

Todo esto muestra que los comunistas tienen nuevas formas de proyectarse en la sociedad chilena. La ciudadanía los ha respaldado en las urnas, con confianza política. A la luz de los hechos, los ha evaluado bien: más de mitad de los votantes totales en las primarias votó por un pacto Nueva Mayoría que integraba al Partido Comunista.

La idea cavernaria del anticomunismo, que la derecha trató de imponer en estas primarias, fue condenada por la ciudadanía.  El pueblo de Chile tiene conciencia de que los comunistas aportan con sus ideas al cambio social y la profundización de la democracia, y percibe claramente que es  la derecha quien está en contra sus intereses de cambio. Los comunistas seguirán por mucho tiempo siendo parte de los cambios profundos de la sociedad chilena, aunque la derecha insista en su idea cavernaria del anticomunismo.  

Publicado en el periódico electrónico El Dinamo, jueves 04 de julio 2013