martes, 18 de marzo de 2014

La crisis neoliberal y los desafíos de la izquierda


El capitalismo neoliberal está nuevamente en crisis. Durante los últimos años han surgido distintas voces, planteando el fin del neoliberalismo. Las voces más permanentes y persistentes en el tiempo, han sido la de los economistas, que analizan el modelo desde la infraestructura económica. En muchos debates, en los cuales he sido un escucha, se ha planteado que el modelo cae en un par de años más, entregando datos y cifras que sorprenden al auditorio.  Así lo he escuchado para la crisis de 1997, 2001, 2007, 2009 y, ahora, la que iniciamos el 2013.

Pese a todas estas predicciones, el modelo no cae. Frente a esto, los analistas que predijeron la caída del modelo presentan, otra vez, un erudito análisis de nuevas y mágicas variables que no se contemplaron en el análisis anterior. Vuelven a afirmar, con más confianza, que ahora sí el modelo se va por el despeñadero. Como si el análisis macro económico fuese una linealidad causa-efecto. No se puede discutir que este tipo de análisis es importante, para reflexionar sobre el modelo. Como contraparte, sirven para alimentar posiciones maximalistas, que sostienen que la revolución es un asalto al cielo.

Desde la sociología política, algunos analistas afirman que el modelo tiene una crisis de representación social. Más específicamente, que el modelo se orada en su base social. La tesis que plantean consiste en que, desde la marginalidad, llegará un pueblo sobrepasando toda estructura social, para terminar en el palacio de invierno declarando el fin del neoliberalismo, y el inicio de la una nueva sociedad. Si esta premisa fuera cierta, varios países del orbe ya tendrían modelos de desarrollo distintos. Sin ir más lejos, Brasil, Bolivia, Uruguay, Venezuela y Ecuador han tenido capacidad de movilización, y el sujeto popular ha estado a favor de cambios profundos en sus sociedades. Aún siguen luchando y resistiendo las contraofensivas neoliberales.

Lecturas distintas a los análisis de la debacle económica o social, enfatizan las autonomías regionales. El modelo de dominación neoliberal está en crisis, porque las regiones del país se levantan con sus propias demandas. La gente protesta desde sus espacios locales. ¿Es una crisis del modelo? No. Estas protestas regionales constatan la incapacidad, del Estado centralizado, para responder a la solución de los problemas de los ciudadanos regionales o locales. Se trata de una crisis del Estado centralista oligárquico latinoamericano, que se instaló mucho antes que el modelo neoliberal.

Por último, otros plantean que la crisis del modelo capitalista neoliberal se explica porque banaliza la cultura de un país, su comunidad socio cultural. Como si la banalidad fuese exclusiva del neoliberalismo. Mucho tienen que decir sobre esto las culturas híbridas de la década de 1960, como la “Nueva Ola” en Chile. No se trata de la crisis del neoliberalismo por la banalización de la cultura. Más bien, la cultura está en crisis porque el neoliberalismo la banaliza, al transformarla en un producto de consumo, en una mercancía.

La actual crisis del modelo neoliberal no significa el fin del modelo. Ni los magros resultados de la economía, la falta de representación social, la ausencia de autonomías regionales o locales, o la banalización de la cultura llevarán consigo la caída del modelo. La característica permanente del modelo neoliberal es estar en crisis.  Su esfera de dominación no ha sido solo económica y política, como muchos piensan.  También ha sido cultural, simbólica y militar. Ha podido sortear todas sus crisis. De hecho, si consideramos al sistema capitalista a secas, por lo menos en América Latina en sus 160 años de vida, ha sorteado grandes crisis. Incluso, ha tenido que ser administrado a regañadientes, por quienes esperaban y proponían otro modelo de desarrollo para sus pueblos. ¿Por qué sucede esto? En términos muy autocríticos, hemos sido presa del discurso maximalista, que durante varias décadas sólo se circunscribe a la idea de caída del modelo de dominación. Como si esto fuese lo único necesario e indispensable, para crear una nueva sociedad. La sociedad requiere constituirse como un todo, y la izquierda requiere darle conducción a ese todo.

¿Cómo se logra llevar el modelo capitalista neoliberal más allá de una crisis, y terminar con él?  Creo que hay pasos necesarios que dar. Pensar un  modelo de desarrollo alternativo en todos sus niveles de acción, es decir, político, económico, social, cultural, militar, medio ambiental y de relaciones internacionales. También, los recursos que requiere para su desarrollo, y sus formas de organización decisional democrática. Analizar, en el conjunto de la sociedad, si existe la capacidad de conducción. Para esto no vale solo la voluntad política. Tiene también un componente técnico importante. Un ejemplo: si nos hiciéramos cargo de la conducción de Chile y su gran minería del cobre, ¿Existen hoy en día los cuadros directivos superiores, intermedios y obreros, para dirigir la gran y mediana minería del cobre, con principios políticos y económicos para crear un modelo alternativo de desarrollo de esta área productiva del país? La respuesta es muy obvia: no existen.

Si la izquierda responsablemente le propone a la sociedad un cambio de modelo, y un proyecto de sociedad, debe ser reflexiva y critica sobre sus capacidades de conducción. La experencia de distintos países de la región, con gobiernos de izquierda comprometidos con cambios de la sociedad, muestra que los procesos no sólo pasan por la voluntad y la discursividad retórica. Pasan también por tener una masa crítica político-técnica preparada, que pueda conducir los cambios sociales, políticos y culturales, que un modelo desarrollo alternativo requiere. Esta es una de las lecciones que ha entregado la autocrítica de gobiernos de avanzada en la región latinoamericana.

Para que una nueva crisis del modelo neoliberal sea la última, la izquierda debe reflexionar sobre un modelo alternativo, proponer políticas y programas acordes con dicho modelo, y formar cuadros político-técnicos que, en conjunto con la sociedad movilizada, logren instalar dicho modelo. Este es el desafío de la izquierda que debemos trabajar desde hoy.

Cullipeumo, marzo 2014.-