viernes, 28 de junio de 2013


Por una regionalización democrática para Chile
 
Pablo Monje-Reyes

Hace más de treinta y cinco años, la dictadura militar comunicó el inicio de la “modernización” del Estado.  El gran instrumento de modernización fue la regionalización del país, La creación de 12 regiones y una Región Metropolitana. Es un hito de importancia para el Estado chileno, en términos políticos  y administrativos, pues rompe con la tradición de administración territorial de nivel provincial. Se instaló el concepto de región,  cuya función principal es la administración del territorio, delegada desde el poder ejecutivo central. Este cambio fue mediado por dos visiones.

La primera, una mirada de seguridad nacional. La regionalización es vista como un instrumento de control político – militar de los territorios, a través de la figura de la Intendencia. El Intendente, como representante del poder ejecutivo en la región y como jefe de guarnición militar, tiene hasta el día de hoy como función principal cautelar la seguridad interior de la región.
La segunda visión es la idea desarrollista del territorio.  Como hipótesis de trabajo plantea que las regiones debiesen preparar su territorio para el cambio del sistema productivo del país, orientado hacia las exportaciones de recursos naturales de bajo valor agregado. Se fundamenta en la teoría de las ventajas ricardianas, que plantea que la fortaleza de un territorio está determinada por sus ventajas comparativas (endógenas) para la producción de un bien, con respecto a otro territorio. La idea central que domina esta visión es que las nuevas regiones pueden potenciar estas ventajas, por medio de la inversión pública regionalizada. De esta manera, se estimula la inserción de las “economías regionales” a la globalización económico productiva. Esto significa poner en práctica, desde el territorio, las políticas de orientación a las exportaciones.  La inserción de Chile a la globalización del mercado se realizó  mediante políticas aperturistas, dirigidas  por el Estado central.

35 años después, comunidades territoriales como Magallanes, Aysén, Calama, Valdivia y Arica, se revelaron contra este modelo de regionalización, que dejó en manos del mercado el desarrollo de las regiones. La regionalización de la dictadura militar nunca se propuso  siquiera pensar un modelo de desarrollo regional integral y democrático.  Hoy es el momento de  definir una regionalización democrática que permita construir regiones, por medio de la participación de las comunidades regionales en la conducción de sus gobiernos.  Es insuficiente que en 24 años de gobiernos democráticos sólo se haya logrado la elección directa de consejeros regionales, que se  elegirán en las próximas elecciones de  noviembre.  Debemos avanzar hacia la constitución de verdaderos gobiernos regionales democráticos, en donde se elija al Presidente de la Región y al cuerpo legislativo, en forma directa e informada por la ciudadanía regional.  También es necesario entregar autonomía y competencias al gobierno ejecutivo regional y su cuerpo legislativo, que les permitan constituirse como un verdadero ejecutivo de gobierno. Así podrán elaborar efectivamente políticas participativas para el desarrollo integral de una región.

Sólo una modernización político – administrativa profunda y sustantiva del Estado otorgará legitimidad democrática a la conducción gubernamental de las regiones. Permitirá fortalecer el desarrollo de las regiones, colocando en manos del pueblo la decisión sobre quienes gobiernan la región. En síntesis, con estas modernizaciones democráticas se terminará con la regionalización autoritaria y administrativista del territorio, que nos legó la dictadura militar.


Cullipeumo, Invierno 2013.-

domingo, 23 de junio de 2013


¿Quiénes ganarán la primera elección de
Consejeros Regionales?

 Pablo Monje – Reyes

Por primera vez en nuestra vida republicana se elegirán democráticamente los Consejeros Regionales. ¿Qué hacen los Consejeros Regionales? Integran el Consejo Regional, órgano colegiado que tiene como función principal, según la ley 19.175, hacer efectiva la participación de la comunidad regional, en la adopción de aquellas decisiones que tengan directa relación con el desarrollo social, cultural y económico de las regiones. Para ello, tienen la potestad de aprobar el presupuesto regional y de asignar financiamiento a proyectos de desarrollo de la Región. Por lo tanto, son un espacio de real relevancia e injerencia en la vida política de las regiones. Una instancia de participación política que los partidos no desprecian, ni piensan dejar de lado en sus proyectos de gobierno nacional, pues tiene un valor político intrínseco. Por todo esto, los resultados de las elecciones de Consejeros Regionales no serán un dato menor para los partidos que disputan el gobierno nacional.

Es posible proyectar estos resultados tomando las cifras de las últimas elecciones de Concejales Municipales. El ejercicio considera los actuales pactos para la elección presidencial: la Alianza (UDI – RN), la oposición unida post primarias (PDC, PRSD, PPD, PS, PC, IC, y MAS) y, en forma independiente, el PRI, el PRO, el PH y Fuerza Norte. El mecanismo de elección de Consejeros Regionales es la cifra repartidora, igual que en la elección de Concejales Comunales. 

Un dato importante es que en las últimas elecciones municipales la participación fue del 39% del padrón electoral. Esto no afecta los resultados del presente ejercicio, puesto que siempre se ha visto que el aumento en el número de votantes no altera significativamente las tendencias electorales previas.

¿Cuáles son los resultados? En el caso de la derecha, la Alianza (UDI – RN) sólo obtendría el 34,5% de los Consejeros Regionales a elegir (278), y no lograría imponerse en ninguna región como fuerza mayoritaria.

En el caso de la oposición, siempre y cuando se presente en una lista única (PDC, PRSD, PPD, PS, PC, IC, y MAS) lograría 55,1% de los Consejeros Regionales. Además, lograría imponerse como pacto político mayoritario en 13 regiones del país, y en las tres regiones de mayor población electoral (Metropolitana, Bío Bío y Valparaíso).

En el caso del PRI, lograría el 3,2%; el PRO el 0,7% y Fuerza Norte (Soria) el 1,4% de los Consejeros a elegir. El PH no lograría elegir Consejeros.

En síntesis, no cabe duda que los vencedores de la elección de Consejeros Regionales será la oposición unida –una Nueva Mayoría.  
 
Columna Publicada en diario electrónico El Dinamo 20/junio/2013. 

viernes, 7 de junio de 2013


Una mirada histórica de la Gestión Social en Chile.

 Pablo Monje – Reyes

La gestión social en este ensayo se entenderá  como proceso gerencial dialógico en que la autoridad decisoria es compartida entre los participantes de las acciones para cuales se han concertado. La gestión social se caracteriza porque cada persona tiene el derecho a hablar y actuar en conciencia sin ningún tipo de coacción política ni burocrática. Este trabajo hace una mirada histórica de cómo la gestión social ha sido un instrumento político relevante en la sociedad chilena en los últimos 40 años. La gestión social de base siempre ha sido una práctica de resistencia de carácter popular como lo fue en la dictadura. En tiempos de democracia ha sido mirada con desconfianza e inclusive resistida por los gobiernos de turno. Muchas veces implementada con fines de legitimación de políticas públicas pensadas de arriba hacia abajo. Los invito al análisis.  

Las reformas estructurales que llevó a cabo la dictadura cívico militar, despojó al Estado de su capacidad de intervención social abierta. Las reformas, independientes entre sí pero interconectadas ideológicamente, permitieron la creación de un Estado neoliberal. Sus principales características son ser un actor pasivo en las relaciones sociales. Sus formas de intervención son por medio del subsidio a la demanda en términos de políticas sociales y desde la perspectiva de la gestión social, solo le interesa si racionaliza las demandas de prestaciones y subsidios del Estado. 
 
La gestión social en el periodo que abarca la dictadura cívico militar chilena, fue implementada por actores políticos (partidos políticos de oposición), sociales (Iglesia Católica y ONG’s) y comunitarios (organizaciones sociales de base), como práctica de resistencia contra la dictadura y de sensibilización para la población de la necesidad de retornar a la democracia. La gestión social fue un pivote clave en la estrategia de derrocamiento de la dictadura cívica militar chilena. Cabe recordar algunas acciones: ollas comunes y comedores sociales; comprando juntos; tomas de terreno y autoconstrucción de viviendas sociales; recuperación y distribución de alimentos en sectores populares; educación cívica y de derechos humanos, entre otras.

En el periodo del retorno a la democracia y los gobiernos de los partidos que fueron oposición a la dictadura, se dio continuidad y legitimación democrática al modelo neoliberal. Se desmovilizó a los actores sociales, se desestructuraron, por lo hechos o por voluntad política, los actores institucionales y sociales que desarrollaron la gestión social como practica de resistencia en los sectores populares durante la dictadura. Los debilitaron por voluntad y cambio de eje político, terminando el financiamiento solidario internacional y la cooptación de los profesionales y técnicos, para cumplir funciones ejecutivas en el gobierno.

La gestión social en el periodo de los gobiernos democráticos encabezados por la concertación, fue implementada como un modelo de co gestión social de las políticas públicas diseñadas centralmente. Como una forma de acercar los subsidios del Estado a los sectores de la población más carenciados. También, como una forma de dar legitimidad social a las empresas privadas. Por último, como prácticas de ciudadanía, gestión municipal y gestión local, fueron las que más se acercaron a dinamizar el concepto y prácticas de gestión social en este periodo.

Para terminar, la paradoja que muestra este pequeño ensayo es que, en realidad, la Gestión Social puesta en práctica en el periodo de la dictadura cívica militar fue más profunda y logró cambio socio políticos importantes, siendo un factor determinante en la lucha contra la dictadura y en la democratización del sistema político. Por el contrario, desde el retorno de la democracia, los que se opusieron a la dictadura la han mirado con sospecha política. Solo se ha podido articular como una mediadora de políticas, que buscan fortalecer el rol del mercado de las políticas sociales, elaboradas en cada uno de los gobiernos de la concertación.
 

Cullipeumo, otoño 2013.-