lunes, 4 de marzo de 2013

Despejando el bosque: las encuestas no son el problema.
Pablo Monje-Reyes[1]
En las últimas semanas ha estado en cuestión la capacidad de las encuestas socio – políticas de proyectar resultados electorales, debido a las proyecciones de varias encuestas publicadas en El Mercurio y La Tercera, durante la campaña municipal 2012. En especial, la encuesta publicada una semana antes de las elecciones. Los resultados de estas encuestas tuvieron grandes diferencias con los resultados en la elección de Alcalde en varias comunas importantes del país.
A partir de este hecho, el problema no es si las encuestas tienen la capacidad de proyectar resultados, sino que se utilicen sus resultados para influir en el votante días y/o horas antes de las elecciones, por uno o por otro candidato afín a los intereses del medio de comunicación que publica los resultados de una encuesta.
Las encuestas, como técnica descriptiva y predictiva de las ciencias sociales, siempre han sido utilizadas como un instrumento válido para conocer la realidad social del país, y las preferencias de los individuos en forma agregada. Corresponde a una técnica de carácter positivista, que no cuestiona la realidad en donde viven los individuos, sino que simplemente busca describirla y explicarla. Es utilizada en diversos tipos de estudios: estudios de mercado, evaluaciones de políticas públicas, evaluaciones medio ambientales, entre otras. Se rigen por procedimientos metodológicos que están concordados por la comunidad científica de las ciencias sociales. Entre los más importantes, el cálculo de la muestra (n° universo o población, n° de encuestados, error muestral), el diseño muestral (procedimientos de selección de las unidades muestrales, procedimientos de ponderación), la construcción del cuestionario (redacción de preguntas insesgadas), la forma de aplicación del cuestionario (telefónicas, cara a cara, autoadministradas), los sistemas de construcción de las base de datos, auditoría y corrección de los datos, el procesamiento de datos y la presentación de los resultados.
Los procedimientos descritos son bastantes. Cada uno requiere a lo menos dos elementos básicos: 1) la rigurosidad en su aplicación; y 2) la ética del investigador de no falsear el procedimiento ni los datos obtenidos. Ambos elementos no son excluyentes entre sí.
Las críticas de las últimas semanas se han centrado en los resultados de las encuestas publicados por los diarios La Tercera y El Mercurio, publicadas en varias oportunidades, la última, una semana antes de las elecciones municipales. Ambos medios de comunicación son claramente identificables con la derecha política y empresarial del país, como también con los sectores más conservadores del país. Su línea editorial es de derecha. Por lo tanto, cualquier instrumento aplicado por sus medios ya tiene este sesgo. Podría argumentarse que las entidades que elaboraron las encuestas fueron rigurosas en la aplicación técnica de cada una de ellas. Sin embargo, al comparar los  resultados de las encuestas y los resultados de las elecciones está claro que no fue así. Los datos entregados por sus encuestas mostraban ventajas de candidaturas de derecha por amplios porcentajes. En la realidad, ganaron los opositores, o el margen con que ganó el candidato de derecha fue muy bajo.
¿Por qué razón se dio esta situación?  Por el sesgo del medio de comunicación, que quiere hacer de la información una realidad y favorecer a su sector de interés, que es la derecha. Ello se demuestra en la falta de rigurosidad de los procedimientos que se deben aplicar para la elaboración de una buena encuesta. Entre los cuales encontramos, a) tamaños muestrales distintos entre encuestas, para unas 400 casos, para otras 300; b) se plantea un error muestral de 3%, cuando para lograr ese error muestral, al 95% de confianza, se requieren sobre 700 encuestados en poblaciones infinitas; c) las encuestas eran teléfonicas, un medio que está decreciendo. Por ejemplo, en la comuna de Recoleta los hogares con teléfono no superan el 40%, según datos de la SUBTEL; d) las fichas técnicas de las encuesta no mostraban tampoco el procedimiento de ponderación de la muestra, que en la mayoría de las encuesta es dimensionado por la edad y el sexo, y después por la distribución geográfica de la población por edad y sexo; d) los cuestionarios de las encuestas no se presentaron, lo que plantea la duda sobre la existencia de sesgos hacia los candidatos del medio. Estos cuestionamientos técnicos son los principales. Si tuviésemos a mano el procedimiento completo es posible que se encuentren más errores, pero  para este minuto y los efectos causados es ya intrascendente.
¿Cuáles son las lecciones de este tipo de manipulaciones por parte de los medios de comunicación? Primero, constatar nuevamente que los medios de comunicación dependen de un dueño, y ese dueño sesga los contenidos de acuerdo a sus intereses políticos y económicos. Además, no trepida en utilizar cualquier medio para lograr sus intereses, en esta oportunidad fueron las encuestas socio - políticas. Segundo, que hay profesionales de las ciencias sociales que, a costa de una remuneración, son capaces de poner en entredicho instrumentos que en las comunidades científicas están validados. Quizás esto sea la punta del iceberg en las ciencias sociales y en las universidades, un indicador de la falta de formación ética de profesionales en el área, pero que por sí solo no resuelve el problema. La encuesta debe seguir siendo utilizada para la investigación social. No por la acción inescrupulosa de ciertos políticos, empresarios y profesionales de las ciencias sociales, se le debe deslegitimar como instrumento para el conocimiento y predicción socio – política de las sociedades.  

Cullipeumo, Primavera 2012.-
     
  







[1] Doctorando en Ciencias Sociales, Magister en Gestión y Políticas Públicas de la Universidad de Chile, Licenciado en Ciencias Políticas y Administrativas, Universidad de Los Lagos.

1 comentario:

  1. Lo que olvida el post es lo siguiente: Que usando las mismas técnicas tradicionalmente lograban resultados más o menos adecuadas.

    Creo que el problema técnico subyacente es más profundo: Que al cambiar la realidad no se adaptaron las formas de medir esa realidad. Una forma de sonambulismo metodológico si se quiere.

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